Paleofuturo literario: cuatro prototipos de los libros electrónicos
Hoy nos gustaría hablaros de algunos inventos futuros… del pasado. El paleofuturo es el análisis y contraste del futuro imaginado en el pasado con el presente actual, es decir, cómo se imaginaron el presente en el pasado. Para esta tarea existe hoy en día un buen número de películas, libros y series que nos muestran lo que en las últimas décadas del siglo XX esperaban, pero ¿qué pasa si nos queremos remontar aún más atrás? El blog Paleofuture se dedicó durante seis años a recopilar ilustraciones y diseños de aquellos que soñaron con el futuro.
«El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños.» Eleanor Roosevelt
Entre diseños de coches voladores, ciudades en Marte o la Luna, hubo por supuesto quien imaginó artilugios para leer como el lector de Fiske (1920) y otro prototipo de 1935, la rueda de libros de Ramelli (1588) e incluso una enciclopedia mecánica patentada por una española en 1949.
La enorme trascendencia que tuvo la invención de la imprenta puede que ni siquiera fuera imaginada por Johannes Gutenberg cuando apostó que podría crear copias de la Biblia en menos tiempo del que tardaría el más rápido de los monjes copistas. Pero el caso es que la imprenta quedará como uno los inventos más importantes pues fue el paso para acercar los libros a toda la humanidad; los libros dejaron de ser exclusivamente un objeto de culto y lujo, para estar a disposición de más y más gente que empezó a preocuparse por aprender a leer. Las ideas viajaban cada vez más rápido y se difundían en todos los idiomas.
Otra gran revolución fue sin duda la aparición del libro electrónico. Aunque se popularizó en la primera década del siglo XXI, muchos consideran a Michael Hart, quien promovió el Proyecto Gutenberg (1971), el padre del libro electrónico. Por más que tenga aún sus detractores, no se pueden negar las numerosas ventajas que nos ofrece. Y sin embargo, antes del señor Hart hubo otros visionarios. Os contamos más detalles sobre ellos.
El futuro de la lectura… en el pasado
La enciclopedia mecánica de Ángela Ruiz Robles
Conocida como Doña Angelita (1895-1975) esta excepcional maestra leonesa tuvo como objetivo tratar de facilitar la enseñanza de sus alumnos. Son numerosos sus tratados de materias como ortografía, taquigrafía, mecanografía, gramática, historia y geografía.
En 1949, registró su primera patente (nº 190.968) bajo el título de «procedimiento mecánico, eléctrico y a presión de aire para lectura de libros». En la memoria descriptiva, Ruiz Robles expuso los objetivos de su invento: innovar la enseñanza para que fuese más intuitiva y amena, conseguir el máximo de conocimientos con un mínimo esfuerzo y adaptar el libro al progreso tecnológico (ejemplificado en la electricidad y los plásticos). Se trataba de que las lecciones de cada asignatura estuviesen separadas y dispuestas en diversas placas (hojas) que al ser accionadas mediante unos sencillos pulsadores se elevarían (mecánicamente o por aire comprimido) hasta mostrarse al alumno a través de una pantalla de plexiglás transparente y con capacidad de aumento. El aparato también tenía previsto que la página, al mostrarse, se iluminara mediante un pulsador eléctrico (activando una pequeña bombilla alimentada con pila) o mediante fosforescencia. Al ser un invento dirigido a los niños, la inventora tuvo en cuenta que no fuera ni pesado ni voluminoso y de fácil manejo, por lo que debía ser construido con materiales ligeros (plástico, goma elástica, papel, cartulina).
A partir de 1952 empezó a trabajar en su Enciclopedia Mecánica, un proyecto aún más ambicioso que por falta de financiación nunca llegó a comercializarse y que Ángeles Robles también patentó en 1962. Su idea era perfeccionar las enciclopedias escolares para hacerlas más asequibles y prácticas.
La rueda de libros de Agostino Ramelli
Apenas un siglo después de la invención de la imprenta, el italiano Agostino Ramelli, un inventor al servicio del rey Enrique II de Francia, ideó la «rueda de libros», una especie de noria mecánica que permitía tener una docena de libros abiertos por donde le resultara conveniente al lector. Si bien parece que Ramelli nunca llegó a construirla, sí que inspiró a otros inventores.
Una rueda de libros, a veces también llamada rueda de lectura, es un tipo de librería rotatoria diseñada para permitir que una persona pueda leer varios libros fácilmente desde un mismo lugar sin necesidad de moverse. Los libros giran verticalmente de forma similar a una rueda hidráulica, no como una superficie lisa como una tabla. El diseño de la rueda de libros apareció por primera vez en una ilustración del siglo XVI realizada por Agostino Ramelli, en una época en la que el gran tamaño de los libros conllevaba problemas a los lectores. El diseño de Ramelli influenció a otros ingenieros y, si bien que ahora es obsoleto, inspira a artistas modernos e historiadores.
La máquina de lectura de Fiske
Bradley A. Fiske además de ser oficial de la Marina de EE. UU. fue un notable creador de invenciones relacionadas con la marina, los instrumentos de precisión para navegación y la aviación naval, pero también tiene algunas patentes dedicadas a dispositivos de lectura portátiles, utilizando libros miniaturizados.
Se trataba de un artilugio con el que se podían leer libros especialmente creados por medio de una tecnología de miniaturización (algo similar al microfilmado). Estos libros, reducidos al mínimo posible en cuanto a tamaño, tomaban forma de fichas alargadas que podían guardarse en un accesorio al modo de biblioteca portátil, de tal forma que se podían llevar de viaje cientos de libros sin ocupar apenas espacio. Ahora bien, la «reproducción» del contenido, esto es, la visualización a través de un sistema de lentes como si se tratara de un microscopio, no parece que fuera muy cómodo.
El lector electrónico del futuro de 1935
Apareció en 1935 en la revista Everyday Science and Mechanics; un poco rudimentario, se trató de un prototipo de lector de microfilms que permitía grabar los microfilms, ajustar la pantalla, pasar hojas con un botón y que reproducía además música.
La edición de abril de 1935 de Everyday Science and Mechanics incluyó esta ingeniosa invención, que sería el siguiente paso lógico en el mundo de la publicación. Básicamente, un lector de microfilm montado en un poste grande, se suponía que el dispositivo de medios le permitía sentarse en su silla favorita mientras leía el último tomo de su elección.
Después de ver todos estos inventos pasados sobre cómo imaginaban el futuro de la lectura, cabe preguntarnos si este será la vuelta al libro impreso (en el caso de que se vaya alguna vez) por ser una tecnología cómoda, duradera y aceptada por la gran mayoría de los lectores. Y no lo decimos nosotros, Grant Snider (del cual ya hablamos hace tiempo en el post «Las 9 etapas por las que todo lector de libros pasa a lo largo de su vida») dibujó una tira cómica en la que habla del futuro del libro… y sí, el futuro es la vuelta a sus orígenes.